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Escribir el guión pensando en la situación de climax. Seleccionar un conflicto y plantear su climax y su resolución.
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El conflicto debe ser fácilmente comprensible por la audiencia, y debe ser emocional o físico, no intelectual.
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Captar el interés de la audiencia con un evento potente y tangible que marque el personaje principal o conflicto.
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El espectador debe poder trazarse una representación mental de la secuencia de hechos y causas. Esto le ayudará a vencer la incredulidad.
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La línea de argumental debe ser coherente. Las escenas deben enlazarse en una red causal. Cada escena origina la siguiente..
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Algunos autores crean incertidumbre obviando detalles y dejando al espectador inferir conclusiones. Esto puede hacer la historia incoherente.
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Cada escena debe ser completa en sí misma: tener un inicio, un desarrollo y un final.
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Cada escena debe ser un paso adelante en la trama: si quitar una escena no afecta a la anterior o a la siguiente no sirve.
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El autor siempre debe tener claro el impacto emocional de cada escena en el espectador.
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Se deben definir claramente los momentos cruciales.
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Presagiar: crea suspense: establecerá expectativas en el espectador que asociará escenas con contenido aparentemente inconexo.
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Los argumentos secundarios generan complejidad y dan la oportunidad de plantear temas que pueden implicar a otros grupos de gente.
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Las bromas y chistes deben formar parte del transcurrir de la historia.
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La narración puede precisar un cierto distanciamiento. Se debe evitar la inmediatez.
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El espectador cree lo que le es familiar en la trama. La familiaridad añade credibilidad e identificación.